Santiago: La estadía en Santiago de Chile fue muy corta para lo que hubiera querido, la verdad me hizo falta mínimo una semana más para conocer muchos sitios que parecían interesantes, como la Casa de Neruda (la Chascona), el parque de las esculturas, el colegio Altamira, las lomas de los nevados, el zoológico, en fin.
Sin embargo, esa semana fue suficiente para llevarme la mejor de las impresiones de esa metrópolis increíble que no me imaginaba que fuera así. Es una ciudad completamente ordenada, amplia, con perfiles muy altos en muchas zonas y 
muy bajos en otras. Es muy diversa y al mismo tiempo tranquila. Además, en ella viven las personas más cívicas que he conocido. Uno puede llegar a parar el tráfico (literalmente) con el simple hecho de pararse frente a una cebra.
La arquitectura es completamente contemporánea, tiene muchos edificios increíbles que vale la pena detenerse a mirar, y allá no es necesario mirar al piso al caminar porque no sabes qué te vas a encontrar. Es una ciudad limpia.
A pesar del poco tiempo, conocí muchos sitios, diferentes sedes de diseño y arquitectura del DUOC, centros comerciales (Alto las Condes, La Dehesa, Parque Arauco), museos espectaculares como la Casa de la Moneda y el Mac, diferentes iglesias y capillas como la Catedral, la capilla del Cerro de San Cristóbal y la de San Carlos de Apoquindo, diferentes cafés y restaurantes como Utopía… en fin, fue una estadía corta pero “sustanciosa”. De verdad una de las mejores experiencias de todo el viaje.
Valparaíso y Viña del Mar:
Dos ciudades en una cuyos límites sólo están definidos por la topografía y la arquitectura. Cada una tiene su propia identidad y su carácter. Una turística, moderna y amplia (Viña) y la otra desordenada, densa colorida e increíblemente atrayente.
Para mí Valparaíso le gana a Viña en todo sentido, pues además de su particular organización, forma y color, tiene la casa de Neruda, la Sebastiana, que también es una construcción increíble con una vista inigualable.
La Plata:
Como uno llega comparándola con Buenos Aires puede llegar a parecer una ciudad bastante aburrida y poco recursiva a primera vista. Pero tiene un valor agregado: la única casa construida por Le Corbusier en Latinoamérica, la Casa Curutchet. Resume en todo sentido lo que me han enseñado desde primer semestre sobre la obra de este gran arquitecto, sobre forma, estructura, simetría, armonía y proporción.
Tigre:
Cuando llegué lo primero que pensé fue: esto es Argentina? Estamos a 45 minutos de Buenos Aires? Es un pueblo completamente opuesto a la capital. Ordenado, bonito, de perfiles bajos, calles limpias y personas cívicas (claro que no tanto como en Chile).
El paseo por el río es espectacular, dan muchas ganas de quedarse allá, tomando el sol en la playa de río. Hay unas casas muy bonitas y gente muy deportista.
Pero lo mejor es el Parque de la Costa, donde se pasa todo el día y uno termina con una tendinitis terrible, pero se divierte como nunca. Montañas rusas, tazas, carros chocones, botes chocones, péndulo, en fin… si uno va a Tigre, tiene que ir.
Buenos Aires:
Casi sin palabras. Es una ciudad que me ha acogido de la mejor manera. La gente es increíblemente amable, casi sin excepción. Me encanta. Lo mejor es ese ambiente que inspira a caminar, más que a transportarse en cualquier otro medio, lástima que sea tan sucia por culpa de los perros y sus dueños.
Mi primera impresión fue: es una ciudad vieja. Se le nota, y eso es lo que para mí la identifica. Ese esfuerzo por conservar todo lo que en otros lugares (como Bogotá) siempre piensan destruir, es algo que tiene mucho valor.
Además, a pesar de que se nota la crisis, también se nota el esfuerzo que han hecho por salir adelante, y lo logran a una velocidad alucinante. Se ve en el nivel de vida de la gente. La vivienda de interés social pasa fácilmente como vivienda estrato 4 en Bogotá.
Aquí la gente exige sus derechos, y de manera decente.
Seguridad, oportunidades, vida 24 horas, CULTURA y calor, mucho calor, ha sido un poco en resumen para mi Buenos Aires durante este mes.
